He aquí... que parezco la buena muerte*
Siempre quise escribir sobre la contingencia de mi vida y remitirme en breves o extensas palabras a lo que sucedió, estaba sucediendo o iba a suceder. Contar, quizás, mis emociones clandestinas (that's my literary reference of the week, thank you) o por último disminuir la materialidad literaria para que otros (y yo misma) accedan a la experiencia concreta y tibia de mi vida cotidiana. Me confieso en la imposibilidad, mis intentos han fracasado en diluvios de insostenible textualización sin a veces ni siquiera actualizar mi blog, y eso surge de una europeizante o hegeliana tendencia a despreciar el argot de una persona común y ordinaria. Me declaro incompetente ante el diario de mi vida, incapaz de librarme de esta adicción al manierismo tan frívolo como apasionado de mi pobre escritura, de la escritura.Siempre falla, siempre fallo.
A pesar de eso, y reconociendo honestamente la vanidad que hay como fin de siempre empezar algo y nunca terminarlo, comentaré brevemente las exquisitas adquisiciones de abril: coachella, primavera, tú y yo, nosotros.