Y resulta que nosotros somos lo mejor que tenemos es nuestra posibilidad de viajar, de movernos sin destino alguno, de meditar, de ser nómades en esta tierra de itinerarios y programas turísticos.
Somos un camino a ningún lugar. Somos el viajero a la deriva.
Somos el transeúnte en la batalla contra la inevitabilidad del reloj.
No hay tiempo, no hay espacio.
Todo es aquí,
todo es ahora.
G R A C I A S.