19.6.11

Dialéctica del amor según M. Wacquez

(...) La explicación más inmediata que se dio para mi enfermedad fue que estaba enamorado. Se buscó infructuosamente entre las muchachas conocidas alguna que pudiera ser la causa. Pero ya he dicho que aunque mi dolencia se relacionaba con el amor por el hecho de que tenían en común un objeto humano, no podría identificárselos porque uno, el amor, poseía esa única diferencia que hacía que sus individuos fueran víctimas y victimarios en un solo y mismo movimiento, que cada uno reconociera en sí mismo una carencia que no reconocía en el otro. El amor es el encuentro de dos seres imperfectos que creen mutuamente en las perfecciones del otro, lo que crea en cada cual situaciones sucesivas de desmedro y sobrevaloración. Esta dialéctica no se halla desprovista de violencia porque cuando los amantes imponen su ser lo hacen con una insólita crueldad de la cual gozan mutuamente, uno ejerciéndola, el otro padecíendola. Sin embargo, lo que a mí me ocurría iba más allá de todo eso (...)

En Mauricio Wacquez, "Frente A Un Hombre Armado", Montesinos, Barcelona, 1985, pp. 55-56

-----


En la foto, el cielo épico, según la terraza de Raúl.

2.6.11

¡Afrancesado Ilich!

Uno está bien equivocado cuando piensa que nadie vuelve de donde alguna vez estuvo. Ilich regresó la semana pasada y se trajo a Shakespeare en la maleta. Le pregunté que si después de un año y medio, extrañar el amor se convierte en un vicio, me respondió que después de un año y medio el vicio se convierte en amor. Entonces me reí, no sabía que tan imposible era pensar en una cosa como para poder realizarla y encima platicarla. Me platicó también que un día le robaron el aliento en el metro de Londres, le platiqué también que un día me robaron el corazón en el metro de la Ciudad de México. Lloramos.
Ay, los amigos.




 Foto del verano 2007 mientras Ilich sonreía y yo me cubría el alma.